El Libro de las familias de 1866 no tiene desperdicio, como ya iréis viendo poco a poco en mis entradas, pero sin duda la parte de “la llave de la vida” hace sonreír a un muerto. En una de mis entradas nos instruía de “como hacer fortuna” y en esta parte nos instruye además de la anatomía y del proceso del hombre y de la mujer.
Aquí tenéis su original para que veáis que no se trata de una broma y de invención propia, y os podáis partir de risa. Mas parece el folletín de los descalabros de un solterón vividor, a la que solo le falta la moraleja: "El hombre que no sienta la cabeza, mal acaba" o "No te casarás, mal acabarás". No han de faltar en las aventuras y desventuras de este maltrecho playboy de la sagaz y bella viudita y una aparentemente recatada ama de llaves.
Antes de pasar detallar paso por paso “los anales de la vida de un solterón”, resaltar uno de sus párrafos colgado en este encabezamiento, que aunque me produjo unas buenas risotadas, me dejo sorprendida por tener buena parte de razón.
16 años – Su corazón empieza a latir con violencia cuando
ve muchachas jóvenes, aunque se de lejos.
17 años – Se turba y ruboriza al hablar con ellas,
aunque sea de cosas indiferentes.
18 años – Empieza a tener serenidad cuando se
halla con ellas.
19 años – Se incomoda seriamente si cree conocer
que le tratan todavía las muchachas como si fuera un niño.
20 años – Tiene el convencimiento e su merito
personal y de sus atractivos físicos.
21 años – Un espejo es para él el mueble más precioso,
porque necesita admirarse.
22 años – Es un fatuo insoportable en el más alto
grado.
23 años – Ninguna mujer es digna de poseerle, en
su concepto.
24 años – En un movimiento de descuido cae en el
lazo que le tiende el amor.
25 años – Su fatuidad destruye instantáneamente
las relaciones que había contraído.
26 años – Trata con una altanería impertinente al
objeto de sus galanteos, como si la pobre joven debiera estar orgullosa con su
preferencia.
27 años – Galantea a otra mujer con el objeto de
mortificar a la que ha abandonado.
28 años – Sufre unas calabazas, que le causan
tanta rabia como humillación.
29 años – Habla mal de todas las mujeres en
particular, y de todo el sexo femenino en general.
30 años – Toda conversación que trata de
matrimonio le fastidia y le incomoda.
31 años – Empieza a considerar el matrimonio bajo
un punto de vista muy distinto del de antes.
32 años – La hermosura no le parece, como antes,
una cualidad indispensable para la mujer con quien se case.
33 años – Se cree a propósito todavía para ser un
marido muy conveniente.
34 años – Por consiguiente, no duda que podrá
unirse a alguna preciosa jovencilla.
35 años – Se enamora viva y profundamente de una
hermosísima niña de diez y siete años.
36 años – Es rechazado vergonzosamente, y este de
nuevo descalabro le deja sumido en la más honda desesperación.
37 años – Se entrega, por vía de consuelo, a todo
género de desórdenes y disipaciones.
38 años – Las mujeres honradas le causan hastío.
39 años – Su nuevo género de vida le produce vivos
remordimientos y frecuentes disgustos.
40 años – Fermente de nuevo en su imaginación
algunas ideas matrimoniales, pero este germen no se desarrolla.
41 años – Una viuda joven y hermosa ocupa sus
pensamientos.
42 años – Después de vacilar un poco, se determina
a tributarla obsequios, que le son inspirador por el amor y el interés.
43 años – El interés y el egoísmo predominan en su
imaginación, y le inspiran prudentes reflexiones.
44 años – La viudita, que es muy sagaz, se
divierte a costa suya y le va echando suavemente de su lado.
45 años – Siente aumentar progresivamente su odio
a las mujeres.
46 años – Empieza a sentir algunos ataque de gota
y reuma
47 años – Considera con inquietud cual será su
situación cuando se halle ya ciego y achacoso.
48 años – Piensa que no puede haber nada más
triste que el vivir enteramente solo.
49 años – Se decide a tener en su compañía a una mujer
juiciosa, aunque joven todavía, para que gobierne su casa y le cuide.
50 años – La gota y el reuma adquieren más
intensidad.
51 años – Esta contentísimo de su nueva ama de
llaves, y la quiere ya como a una asistenta.
52 años – Empieza esta mujer a inspirarle
sentimientos de otra naturaleza.
53 años – Se revela su orgullo ante la idea de
casarse con su ama de llaves.
54 años – Se encuentra muy indeciso sobre el
partido que ha de tomar.
55 años – Se halla totalmente bajo el dominio de
la ama de llaves, y es sumamente desgraciado.
56 años – La idea de separarse de esta mujer le
cause una agitación violenta y crueles insomnios.
57 años – Esta mujer le declara con púdico rubor
que su conciencia y el cuidado de su reputación no la permiten continuar
viviendo con un hombre soltero.
58 años – Su gota, su reuma y su mal humor han
llegado a su último periodo.
59 años – Se siente debilitado y cuasi aniquilado
y llama a su ama de llaves al lado de su cama, y le anuncia su intención de
casarse con ella.
60 años – Su situación y sus enfermedades se
agravan, y espira dejando a su futura en ciernes todo lo que poseía.